Las crónicas de un Viking (I) : preludio
Justo 937 años y dos días después de que los vikingos liderados por Harald
Hardrade fueran derrotados en la pérfida Albión en la batalla de Stamford
Bridge, que hoy da nombre al estadio del Chelsea FC y expulsados
definitivamente en la batalla de Hastings a manos del ejército normando de
Guillermo el conquistador, volvían de nuevo a Inglaterra esta vez transformados
en algo más de medio centenar de fieros y guerreros deportistas enfundando la elástica
púrpura y oro de los Minnesota Vikings, una de las franquicias históricas de la
liga pese a no consumar en forma de títulos sus cuatro asaltos a la Superbowl.
Este equipo con más de cincuenta años de historia y cuyo
nombre se debe a la enorme cantidad de inmigrantes suecos que llegaron entre
1850 y 1910 a esta zona (no, nunca hubo asentamientos vikingos en esta zona,
apenas llegaron a Terranova y la costa que les rodea y su paso fue bien efímero
hasta que algún yacimiento o documento demuestre lo contrario), visitaba
Londres, ciudad remozada a causa de los juegos olímpicos disputados el año
pasado y con una larga tradición de acogida de partidos de fútbol americano en
la NFL Europe primero y, ahora, con partidos oficiales de temporada regular todos
los años en un escenario mágico como Wembley.
A Harald Hardrade se le atribuyó en su día una frase antes
de la batalla de Stamford Bridge que rezaba así “En la batalla nunca debemos
escondernos detrás de los escudos, mi armadura me dice alza la cabeza donde la
espada encuentra al cráneo” no se me ocurre mejor preludio para narrar la épica
batalla contra los seis veces campeones, los Pittsburgh Steelers, el “equipo del pueblo llano” que diríamos
aquí.
En un concienzudo plan a largo plazo, este vikingo
alicantino que aquí les escribe planeó su desembarco en Londres para hacer
realidad uno de sus sueños, ver un partido de NFL en directo y, encima, de mi
equipo favorito, los Vikings de Minnesota...que nunca se os olvide luchar por vuestros sueños, aunque sea cumplir alguno de ellos merece la pena y en este caso también.
Londres, ciudad arrasada dos veces por sendos incendios y
metrópoli en su día del vasto Imperio Británico, se disponía a acoger a
acereros, vikingos y seguidores en general de todas las franquicias del
universo NFL con una variedad de nacionalidades, equipos, colores y personajes
de lo más variopinto que recuerda que más allá de la grave crisis económica y
de valores que azota el mundo hay algo que sigue uniendo a los seres humanos,
el amor…en este caso el amor a un deporte, a una afición, a un hobby que
permite interactuar con gente de cualquier punto del planeta y compartir
segundos, fotos, miradas, anécdotas con aficionados a este deporte.
El desembarco en la ciudad por la que cruza el Támesis,
parecía dejarme sólo ante el peligro, sólo veía seguidores de Steelers por
todas partes y ningún vikingo asomaba el hocico por allí ni “enseñaba los
cuernos”, el ambiente por la tarde ya iba cambiando y el púrpura y oro tomó la
ciudad y Regent Street, la calle habilitada para montar todo el espectáculo y
el show que arrastra la NFL para promocionar el partido, con muchos juegos para
niños, hinchables, merchandising, firmas de jugadores, cheerleaders que hacían
las delicias de todos los jugadores, estaba llena hasta media tarde en la que todos se fueron a Piccadilly Circus a arrasar en los bares y pubs de la zona con las existencias de alcohol.
Mientras uno hacía turismo por la ciudad, era curioso
cruzarse con aficionados de Steelers a los que mi compañero Javi “intimidaba”
imitando al cuerno vikingo que retumba en el Metrodome, un poco más y podría
haber despertado a los mismísimos Rohirrim junto a sus monturas y a Gandalf para asaltar a
los orcos en el abismo de Helm y los Steelers haciendo gala de su teórica
superioridad numérica (en el campo ya se igualaría mucho más la cosa) con
gritos y cánticos incluso desde lo alto de autobuses turísticos (anécdota al
canto –leer con tono jocoso y de cachondeo, nunca se dijo en tono ofensivo o de
desprecio- a un Let’s go Steelers de un
aficionado con unas cuántas copas de más ya a las diez de la mañana del gameday
le respondí con toda la naturalidad y espontaneidad del mundo: tup…madre en
tono sarcástico y de total cachondeo provocando unas cuántas risas).
Después de Regent street el sábado y el turismo a velocidad
de crucero por Londres el sábado y el domingo por la mañana, a eso de las
2:30/3:00 emprendimos camino Javi y servidor a Wembley para visitar las inmediaciones
con la enorme cantidad de eventos y actos y la obligada visita a las tiendas
oficiales, que si uno llega a tener mejor economía doméstica como antaño se
vuelve con un tráiler lleno.
Se calcula que entre espectadores y visitantes estábamos por
aquella zona unos 150000/200000 personas, doy fe de que a la carpa de la tienda
gigante fue imposible acceder, Javi y servidor con su casco con cuernos comprado
aprovechando el 2x1 a precio reducido y luciendo las camisetas de Randy Moss
(él) y Adrian Peterson (servidor) paseando por la zona y, como hay poca gente
para elegir, nos escogen (un inglés que juega al golf en La Manga pero nos entrevistaba una modelo ^^) para salir en Sky Sports HD ni más ni menos, los que
me conozcan del mundo baloncestístico ya saben de mi “atracción fatal” para
salir siempre en televisión, y eso que no me gusta nada. No sería la única
aparición, algunos ya habréis leído la mención en la CBS de Minnesota en su
blog…no se me puede dejar suelto que diría mi señora madre.
Tras visitar los stands y cargar con diversos objetos
(bufandas, balones y otros) ya nos disponemos a entrar a Wembley a ver el
partido en un sitio en el que lo vi muy bien (gracias Luis, Ana, Rem y David
por acompañarnos y a José que no pudo estar presente)…pero esa historia vendrá
mañana, la crónica del partido y de la atmósfera de Wembley, lo bueno se hace
de rogar y de esperar, mis queridos cornudos.
Muy bueno, jefe. Esta parte me la has vendido totalmente.
ResponderEliminarQue maravilla, muy buena entrada, espero la 2ª parte ansioso jajaja lo que habría dado por estar allí...
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